Ser médico sin tocar un cadáver
Miles de licenciados en Medicina no han practicado nunca con un muerto
La disección ha perdido peso académico en favor de las nuevas tecnologías
Miles de estudiantes de Medicina salen de las aulas españolas sin
haber hecho prácticas reales de anatomía, es decir, disección de
cadáveres, una disciplina que se estudia en los dos primeros años de la
carrera, a pesar de que nunca como ahora se habían recibido tantos cuerpos donados
a las universidades para este uso. Un estudio publicado recientemente
en Holanda revela que un 6% de los errores graves que se producen en
enfermos hospitalizados se deben principalmente a causas humanas, entre
ellas el poco conocimiento y la mala transferencia de la información. La
revista científica americana Clinical Anatomy contaba a
principios de siglo hasta 80.000 muertes evitables al año en las mesas
de quirófano. Y un número no desdeñable de ellas, decía, pueden
atribuirse a la incompetencia en los conocimientos anatómicos necesarios
por falta de una formación académica rigurosa.
La Anatomía se sigue impartiendo en las facultades de Medicina, pero tuvo días más felices.
En los años cuarenta era la estrella, con la Fisiología, pero otras
disciplinas le fueron arañando terreno: la Biología, Genética,
Histología, Bioquímica... En la actualidad, hay facultades que imparten
60 horas y otras que llegan a 200.
Nadie discute la importancia de la anatomía en la formación médica,
pero hay un fenomenal debate abierto sobre las formas de impartirla. A
un lado, los que defienden la disección de cadáveres; en la otra
esquina, los que creen que el famoso óleo de Rembrandt bien puede suplirse ya por las nuevas tecnologías. Y en medio, matices variopintos.
En todo caso, ya hay muchas facultades donde los alumnos apenas
asoman la nariz por las salas de disección. “No tenemos tiempo y no
siempre los profesores están preparados para eso. Nuestros alumnos pasan
por la sala, ven el cadáver... no hay tiempo para disecar”, argumenta
el catedrático de Anatomía Manuel Rosetti. Él defiende las nuevas
tecnologías: “El licenciado, cuando va a enfrentar una patología no
puede abrir la cabeza, pero tiene otras herramientas, las resonancias,
el TAC. Hay que adecuarse a ello”, afirma. Aunque reconoce su impresión
cuando, siendo alumno, entró por primera vez a una sala de disección:
“Yo creía que el útero era grandísimo y se me grabó para siempre su
pequeño tamaño. Es cierto que el 3D carece de valor si, además, no se ve
in situ. Pero sí, puede ser verdad que cientos de alumnos
salen sin ver cadáveres ahora”. Y lo achaca en su universidad a las
costumbres sociales de los andaluces: “Cádiz tiene problemas para
recibir cuerpos donados. Es una circunstancia social”, asegura.
En Granada, una de las más prestigiosas facultades de Medicina, la
práctica con cadáveres “ha disminuido mucho y es una pena, porque las
personas donan el cuerpo y podríamos utilizarlo”, se queja el decano,
Indalecio Sánchez. Opina que “las nuevas técnicas son magníficas, pero
no pueden sustituir una buena lección de anatomía. Con la disección se
ve la realidad, hay diferencias con un cuerpo vivo, pero se aproxima”,
dice. Cree que estas prácticas han ido a menos “porque se han
incorporado a las aulas especialistas en anatomía que no son médicos. Es
falso que no haya médicos que quieran dar estas clases. Falla la
selección del profesorado”, asegura, y sabe que sus palabras generan
polémica.
Acérrimo defensor de la disección de cadáveres en las aulas es
también José Ramón Sañudo, catedrático de Anatomía de la Complutense.
“En el resto de países de nuestro entorno, Alemania, Reino Unido,
siempre ha estado muy vinculada a la medicina generalista y a la
cirugía. La importancia de impartir anatomía con cadáveres es que la
normalidad de la anatomía es, precisamente, su variabilidad. Cada cuerpo
es distinto, hay cientos de detalles que se pueden encontrar y
estudiar. Además, la sala de disección te enseña la muerte, son valores
importantes para un futuro médico. Eso no se ve en 2D ni en 3D”, replica
Sañudo, en cuyo departamento la práctica con cadáveres tiene gran peso y
disponen de cuerpos para un buen desempeño del alumnado. Cree que este
trabajo en las aulas es importante para los cirujanos y para los médicos
generalistas.
A ver qué opinan. Arturo Soriano es catedrático de Patología
Quirúrgica en La Laguna y presidente de la Asociación Española de
Cirujanos. Quiere mantenerse en un “virtuoso término medio”, dice. “Los
cadáveres son importantes, claro, yo recordaré toda la vida mis
experiencias en las salas de disección como estudiante: el tórax, el
abdomen, pero también lo son las nuevas tecnologías, que permiten ver un
hígado por dentro con más detalle que haciéndolo filetes. Pero claro
que es útil para un cirujano, yo me acerco a la postura clásica, a las
prácticas con cadáveres, pero quizá no al 100%, como cuando yo era
estudiante. Defendería, desde luego, una mínima práctica con cadáveres,
en traumatología es básico, por ejemplo. Pero ahora también hay
simuladores estupendos”, asegura.
Julio Zarco, que ha sido presidente de la Sociedad Española de
Medicina de Familia, cree que la anatomía se enseña “como a principios
del siglo pasado. Y eso no sirve para un médico clínico, hay que
relacionarla con la patología y la fisiología, pero se imparte como si
lo que tuvieran que hacer en el futuro fuera diseccionar cadáveres”,
afirma. Zarco no desdeña las nuevas tecnologías, pero cree que “el
encuentro con el cadáver tiene una dimensión anatómica real y una carga
ética y vivencial para el alumno y en la actualidad se está rehuyendo
ese encuentro. Si todavía hay quien enseña anatomía en la pizarra. Los
alumnos ven pocos cuerpos, ni vivos ni muertos. El estudiante antes
pasaba consulta con los residentes mayores, por ejemplo, eso también se
está perdiendo y mucho”.
Cuerpo completo, 6.000 dólares
La formación y reciclaje permanentes de los médicos y cirujanos
requiere a menudo cursos muy especializados en los que es necesario
manipular cuerpos sin vida. Los organizan las sociedades médicas, pero
se encargan de ello en las facultades: es una forma de conseguir
recursos económicos. Pero no sirven para ello cadáveres preparados para
la disección; los necesitan “en fresco”. Los hacen traer de Estados
Unidos, porque en España no siempre se dan las condiciones requeridas.
“Precisan estar conservados a 80 grados bajo cero y no tenemos
instalaciones para ello”, explica José Ramón Sañudo, catedrático de
Anatomía de la Complutense.
Los cuerpos llegan al aeropuerto y se paga por uno completo 6.000
dólares (4.500 euros), pero también se compran por partes, en función de
las necesidades de los especialistas. La cirugía plástica, por ejemplo,
requiere entrenamientos de este tipo, y así se organizan. “Pero también
son útiles para otorrinos, traumatólogos, ortopedistas. Organizamos
unos 15 al año, y es un dinero que revierte en el departamento”, explica
Sañudo.
En otros países, como en Reino Unido, de estos cursos prácticos se
encargan los Reales Colegios de Cirugía u organismos mixtos entre las
sociedades científicas y las universidades, como ocurre en el centro de
Europa.
Estos institutos son similares a las sociedades médicas españolas,
pero estas organizan sobre todo cursos eminentemente teóricos. “Deberían
incorporar prácticas para los especialistas, como hacen en los países
de nuestro entorno. Su ventaja es que es una formación del profesional
al profesional”, explica José Ramón Sañudo.
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